Hay cosas que nos unen y cosas que nos separan. Existen ideas, proyectos o afectos, que nos dan sentido de pertenencia y con los que nos sentimos identificados, pero también hay ideas, proyectos y afectos que nos distancian y separan de los demás, e incluso, pueden conducirnos a considerar enemigos a quienes no piensan, actúan o sienten igual que «nosotros». Cuando dijeron a Jesús que su madre y hermanos los buscaban, Él nos dio una lección maravillosa que no necesitamos olvidar nunca. A los cristianos nos une hacer la voluntad del Padre que está en el cielo. Ya no son nuestras ideas, proyectos, ni siquiera los afectos, lo que debe unirnos, sino la búsqueda de hacer la voluntad de Dios, y esa voluntad es que nos amemos unos a otros como Él nos ama.
«¿Quién es mi madre y quiénes mis hermanos?»
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