Es verdad que hay ideas que nos resultan novedosas, creativas o ingeniosas, pero no nos comprometernos con ellas hasta que nuestros afectos no entren en juego. Un proyecto puede ser muy bueno pero mientras no toque nuestros sentimientos no nos sentiremos comprometido. Nuestra voluntad se compromete cuando hay afecto y no solo por ideas o proyectos. Cuando vamos detrás de algo o de alguien es porque los afectos están involucrados, porque la voluntad está enamorada. Cuando decidimos estar con una persona y seguirla es porque compartirnos no solo ideas o proyectos, sino sobre todo sentimientos y afectos. Seguir a Jesús no es cuestión de que su proyecto del Reino nos resulte interesante, sino de amarlo de Él. Solo de esta manera podremos seguirlo a pesar de las dificultades y contrariedades.
Menos pensado y más amado
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