Libertad interior

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La gente sencilla recibe la bondad de las personas con un corazón mucho más abierto que las que son «letradas». Los pobres no sospechan de quienes se acercan para ayudarlos porque saben que no están obligados a retribuir de la misma manera. Tampoco desconfían de las manos bondadosas que se tienden ante su necesidad. No ven dobles intenciones cuando una persona que no conoce se acerca para ayudarlos. El pobre es libre interiormente, aunque puede carecer de muchas cosas. Tal vez en ello radica esa libertad interior. Por el contrario, el que «tiene» cuida, asegura y protege lo que posee. Muchos acaparan y mezquinan lo que tienen hasta el extremo se convertirse en esclavos de sus propias posesiones. Los fariseos miraban a Jesús con recelo por la generosidad que mostraba por los pobres y desvalidos. ¿Eres generoso o mezquino?

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