Hay personas que se sienten tranquilas pero no están en paz.
Aunque utilizamos indistintamente tranquilidad y paz para expresar lo mismo, en realidad no lo son. La tranquilidad, en ocasiones, es fruto del ego que pretende tener todo controlado, estipulado, cronometrado. No nos gusta sentir angustia o miedo y por eso tenemos tendencia a controlar todo. La paz no es fruto del control, sino del abandono en Dios: dejamos todo en manos de Dios. Esto no significa dejar de hacer lo que nos toca, sino dar a Dios la posibilidad de que nos muestre nuevos caminos, nuevas oportunidades, para crecer y avanzar en la vida. Hay personas que se sienten tranquilas pero no están en paz.