Confiar es poner el corazón al cuidado de otra persona.
No podemos decir que tenemos confianza en una persona porque responde a nuestras expectativas. Eso no es confianza, sino control. Cuando sentimos confianza en otra persona no esperamos que actúe como queremos o deseamos, sino según sus propios principios y valores. La confianza en otra persona debe asentarse en la verdad de su corazón. Confiar es depositar nuestra vida, o parte de ella, en el corazón de otra persona.