Hay cosas que nos gustaría que fueran diferentes. Que las discusiones que nos dividieron en la familia no hubieran existido, que las traiciones que nos hirieron o destruyeron la confianza no hubieran pasado, o que el momento difícil por el que estamos pasando no fuera tan duro y doloroso. Todos queremos que nos vaya bien, que haya paz en nuestro corazón y que podamos afirmar sin ninguna duda que nos sentimos plenos y felices con lo que somos y vivimos. Pero no es así. En el mundo existe el mal, la división, el odio, los resentimientos y no lo podemos negar. A veces el mal nos salpica sin que tengamos parte en él, y otras veces porque somos cómplices. Necesitamos estar muy atentos para no dejar crecer la cizaña que hay en nosotros y ocuparnos por hacer crecer el amor y la bondad que nos habita.
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