La espiritualidad es difícil de definir. Tiene que ver con el “estilo” o el “espíritu” de nuestra vida, el modo con el que vivimos nuestra fe en Dios: nuestra manera de ser religiosos, es decir, de re-ligarnos con Dios.
Ser espiritual quiere decir saber y vivir de acuerdo con tal conocimiento, que hay algo más en la vida que lo podemos ver con los ojos. Más aún, ser “espiritual” quiere decir saber y vivir de acuerdo con tal conocimiento que Dios está presente en nosotros por la gracia como principio de transformación personal, interpersonal, social, e incluso cósmica. Estar “abiertos al Espíritu”, es aceptar explícitamente quiénes somos y qué estamos llamados a ser, dirigiendo nuestras vidas en torno a este Espíritu”. (Richard McBrien)
Cada una de las grandes familias religiosas de la Iglesia tienen una manera particular de seguir a Cristo Resucitado y de responder al Espíritu Santo. La mejor manera de conocer una espiritualidad particular como la ignaciana es incorporando algunos de sus principios y oraciones en la vida diaria y conversar con las personas que viven de ese carisma.