Esos «bofetazos existenciales»

Ahondar

Las crisis son bisagras que cierran etapas de nuestra vida y abren horizontes nuevos.

¿Quién no atravesó alguna vez por un momento de crisis? ¿Quién no ha experimentado esa «extraña sensación» de fracaso? Cuando nuestros planes se frustran o nuestros proyectos fracasan solemos encontrarnos cara a cara con la tristeza, la desesperación y la impotencia. Las frustraciones dejan al descubierto que en realidad son “muy pocas” las cosas que podemos controlar a nuestro antojo. Las crisis son instancias que nos hacen despertar y sacar a la luz nuestras ilusiones y fantasías. Nos ayudan a abrir los ojos. Son bisagras que cierran etapas de nuestra vida y abren horizontes nuevos. Nos sitúan en el umbral de una decisión existencial: vivir en la mentira, en las tinieblas o en la verdad, en la luz.

Tenemos miedo a esos «bofetazos existenciales» porque dejan de manifiesto que ha llegado el tiempo de perder para ganar. Son momentos fundantes y decisivos que nos exigen dejar atrás el «hombre viejo» y acercarnos acercan cada vez más a nuestra verdadera esencia.

Estamos llamados a vivir en la verdad, aceptándonos a nosotros mismos y creyendo en el poder transformador de Dios que hace nuevas todas las cosas. Aunque nos cuesta creer las crisis nos hacen ver la realidad, a los demás y a uno mismo, de una manera completamente nueva. Los momentos en que nos encontramos con el propio límite son los que nos hacen «volver a casa», nos hacen despertar de la somnolencia en que vivíamos para reencontrarnos con lo que es valioso de verdad. Nos ayudan a recuperar lo que es verdaderamente importante.

Un momento de crisis, es en realidad, un momento de conversión del corazón y una instancia para renovar la mente. ¡Tómate un tiempo para meditar sobre lo que te sucede! Deja a Jesús hablar en tu corazón.

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