Donde Jesús habita

Ahondar

« La relación personal con Jesús es fundamental y está por encima de todo.»

Las preguntas y respuestas de Jesús en el evangelio son muy curiosas. Si les das tiempo a que resuenen dentro tuyo verás que «abren puertas» y te sitúan en un lugar en el que se vuelve comprensible su enseñanza. De repente te encuentras con la sabiduría que contienen sus palabras. Es como si la mente y el corazón se abrieran de par en par, se armonizaran, y comprendieras en profundidad el mensaje.

Una de esas respuestas que me despiertan curiosidad es la que dio Jesús a los discípulos de Juan cuando le preguntaron «Maestro, ¿dónde vives?». El Maestro le respondió «Vengan y lo verán». ¿A dónde los llevó? ¿Cómo era ese lugar? Nos cuenta el evangelista que los discípulos al ver donde vivía «se quedaron con él ese día» ¿Qué lugar es ese en el que vive Jesús? Creo que Jesús los llevó al lugar donde siempre está. Es el lugar donde Él habita, pero al que por diversas circunstancias nosotros no vamos con frecuencia: nuestro interior.

Cuando utilizamos el adjetivo corazón para hablar del lugar donde vive Dios, no lo hacemos refiriéndonos al órgano vital que mantiene a nuestro organismo con vida, sino que nos referimos a la interioridad del ser humano. El ministerio de Jesús introdujo un cambio radical en la religión de su tiempo, no solamente en el conocimiento del Padre, sino en la manera de relacionarnos con Él. El mensaje de Jesús nos mostró dónde encontrar a Dios, cómo vivir con Él, de qué manera relacionarnos entre nosotros y, finalmente, cómo entrar en el Reino de Dios. Este fue un cambio rotundo. Pero para comprender bien su mensaje debemos ir a donde Él vive y quedarnos con Él.

Existe en la Iglesia una antigua tradición, bella, por cierto, de celebrar los primeros viernes de cada mes el día del Corazón de Jesús. En la actualidad la Red Mundial de Oración del Papa, conocida antiguamente como Apostolado de la Oración, viene transitando un proceso de recreación en el que nos ofrece una instancia para volver a ese lugar donde Jesús vive. Nos propone realizar el Camino del Corazón para volver al lugar donde Él habita y quedarnos con Él. Este itinerario espiritual tiene nueve etapas. Es un proceso de profundización en el conocimiento de Jesús, de nosotros mismos, y de la misión de compasión que lleva adelante Jesús en su Iglesia. La invitación que hizo Jesús a aquellos discípulos a estar con Él y quedarse aquel día, es el mismo que nos hace a todos nosotros.

La relación personal con Jesús es fundamental y está por encima de todo. Sólo así es posible configurarnos con su estilo de vida, su modo de proceder, comprender su mensaje y vivir conforme a sus enseñanzas. Al estar y permanecer en Él es como comprendemos las verdaderas dimensiones de su misión y del modo de llevarlo adelante. El riesgo de querer colaborar con Jesús, sin haber antes compartido la vida con Él por medio de la oración y la adoración, por ejemplo, es la tentación de constituirnos protagonistas de una misión que no es nuestra, sino del Maestro. La gran tentación y dificultad con que nos encontramos en la Iglesia actualmente es el ansia de protagonismo que existe. Un protagonismo tan lleno de ego y vanidad que destruye las relaciones personales. Por eso es tan importante realizar el Camino del Corazón, es un camino hacia la propia interioridad y al Corazón de Jesús.

Cada primer viernes en la Iglesia se celebra el Corazón de Jesús, y es una maravillosa oportunidad para «quedarnos con Él ese día» en oración y adoración.

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