Si hay algo que valoramos mucho en las personas es que sean confiables. La confianza no viene envasada, es artesanal, hay que amasarla. Es un valor que necesita de tiempo para que crezca, no se puede apurar ni pretender obtenerla inmediatamente. Es algo tan valiosa que cuando se rompe cuesta enormemente recomponerla, y nunca llega a ser la misma. No debemos olvidar que para obtener confianza también tenemos que darla, porque no podemos esperar que los demás sean confiables si nosotros no lo somos. Jesús, en el evangelio envía a sus discípulos a misionar y le pide que lleven pocas cosas porque lo más grande e importante es la confianza que deben poner en Él. La confianza es una de las actitudes que más nos cuesta en la relación con Jesús. ¡Y qué es la confianza sino la fe en Jesús! ¿Confiamos en el Señor?
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