Estar reconciliados y en paz con uno mismo es una de las mayores conquistas del ser humano. Cuando aceptamos con serenidad el misterio que somos y dejamos de condenarnos a nosotros mismos podemos vivir en paz. Vivir reconciliados y estar en paz con uno mismos no es un ejercicio egocéntrico de autojustificacion de nuestros errores o pecados, sino la aceptación del perdón que viene de Dios. El Espíritu de Dios obra en nosotros la unidad y la reconciliación, la aceptación de nuestra realidad creatural y ora en nosotros para que podamos llamar Padre a Dios.
