No estamos en el mundo por azar o por capricho de la naturaleza, sino porque nuestra vida tiene sentido y un propósito. Que encontremos el sentido o propósito de nuestra existencia es lo que llamamos vocación. Somos llamados a la existencia por amor y para amar, y esta es nuestra misión. Amar y ser amados es lo que ya conocemos como el principio y el fin de nuestra vida. Por amor hemos sido creados y aprender a amar es nuestro fin. Necesitamos descubrir esta realidad de amor en nuestro interior para vivir con plenitud. Nuestra felicidad radica en que podamos cumplir nuestra vocación, esto es lo que nos hace felices. Jesús llamó a sus discípulos para anunciar el Reino de su Padre, un reino de amor y fraternidad. Todos compartimos con los discípulos la vocación y misión de comunicar a los demás el amor que hemos recibido.
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