Es relativamente sencillo emocionarse con los gestos de misericordia que Jesús muestra en el evangelio. Nos llenan de ternura sus gestos y palabras hacia quienes entrega su amor y compasión. Pero el evangelio no es como una serie de televisión donde vemos bellas escenas para emocionarnos, sino el lugar donde aprendemos a ser discípulos de Jesús. Nosotros, al igual que los fariseos, tenemos que aprender a ser misericordiosos, y no en la imaginación sino en la realidad. Siempre hay una persona que necesita de nuestra misericordia. ¿Te ejercitas en el arte de la misericordia? Tenemos que dejar de leer el evangelio como un cuento infantil. La Palabra de Dios es un camino de realización personal; estamos destinados a ser hombres y mujeres misericordiosos.
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