Llevamos ese tesoro de amor en una vasija de barro.
Nosotros, los que recibimos de Dios tanto amor, compasión y misericordia debemos sembrar generosamente esas semillas de amor en el difícil, seco y a veces duro terreno que nos toca vivir. Sabemos que Dios hará fecundo lo que humildemente podamos aportar. Llevamos ese tesoro de amor en una vasija de barro. La familia lo necesita, el lugar en el que vivimos lo anhela, este mundo que habitamos lo espera, aunque a veces no lo sabe. No dejemos que esta sociedad se convierta en presa fácil de los poderosos y los manipuladores, los demagogos y los mentirosos. Debemos vencer el mal con el bien, el odio con el perdón y la venganza con la compasión. Y entonces seremos “perfecto” como el Padre que está en los cielos.