Espiritualidad Ignaciana

La espiritualidad es difícil de definir. Tiene que ver con el “estilo” o el “espíritu” de nuestra vida, el modo con el que vivimos nuestra fe en Dios: nuestra manera de ser religiosos, es decir, de re-ligarnos con Dios.

Ser espiritual quiere decir saber y vivir de acuerdo con tal conocimiento, que hay algo más en la vida que lo podemos ver con los ojos. Más aún, ser “espiritual” quiere decir saber y vivir de acuerdo con tal conocimiento que Dios está presente en nosotros por la gracia como principio de transformación personal, interpersonal, social, e incluso cósmica. Estar “abiertos al Espíritu”, es aceptar explícitamente quiénes somos y qué estamos llamados a ser, dirigiendo nuestras vidas en torno a este Espíritu”. (Richard McBrien)

Cada una de las grandes familias religiosas de la Iglesia tienen una manera particular de seguir a Cristo Resucitado y de responder al Espíritu Santo. La mejor manera de conocer una espiritualidad particular como la ignaciana es incorporando algunos de sus principios y oraciones en la vida diaria y conversar con las personas que viven de ese carisma.

SAN IGNACIO
Y LOS EJERCICIOS ESPIRITUALES

Durante la convalecencia de San Ignacio, al ser herido en la batalla de Pamplona en 1521, hasta los meses que pasó en oración en la cueva de Manresa, Dios le fue abriendo su conciencia hacia una vida diferente. A través de movimientos de consolación y desolación fue aprendiendo a reconocer la voluntad de un Rey muy distinto a los que había servido hasta entonces.

Gradualmente fue aprendiendo a discernir las fuentes de esos deseos, pensamientos y movimientos del corazón: cuáles venían de Dios y cuáles lo apartaban de El, pero sobre todo, cómo debían actuar respecto a cada uno de ellos.

Ignacio aprendió la importancia de buscar a Dios en las experiencias ordinarias de todos los días, aprendió que Dios estaba moldeándolo y formándolo para ser compañero de Jesús.

El fruto de esos meses de oración y reflexión se encuentra en sus ejercicios espirituales. Si hay algo de genial en la Compañía de Jesús, se encierra en este pequeño tratado sobre la oración, que fue escrito hace más de 450 años. El método de oración que se describe allí ayuda a cada ejercitante a seguir a Jesús, y a buscar la Voluntad de Dios en cada circunstancia.

Algunas características de nuestra espiritualidad

  • Nace de los Ejercicios Espirituales.
  • Desde una proyección: el “magis” (para la Mayor Gloria de Dios: A.M.G.D.)
  • Con la autoconciencia de ser instrumentos del Señor, falibles e incluso “todo impedimento”, pero sabiendo que “Su gracia nos basta”.
  • Siendo enviados por Jesucristo, Dios encarnado, Rey Eterno, Veraz, que invita sin quitarnos nada de nuestra libertad.
  • Insertos en la Iglesia, Su Cuerpo, Su Esposa; respetando la historia, los procesos y los defectos humanos.
  • Caminando con María y pidiéndole con humildad que Ella nos ponga con su Hijo.
  • Luchando por ganar las batallas diarias, pero sabiendo que Cristo ya ganó la guerra: El siempre en primera fila, nos redimió para la eternidad.
  • Aprendiendo de la Pasión de Jesús: soportar la pena con El y como El.
  • Aceptando la misión del Resucitado: anunciando el gozo de su Gloria.
  • Renovando diariamente el deseo de ser Contemplativos del Amor de Dios en todas las cosas.
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